21/9/25

Cuando la Esvástica lo devora todo



Cuando queremos entender la esvástica, hay muchos expertos en materia, cada cual tienen explicaciones: unas miran a lo económico, otras a lo político, otras a lo cultural. Pero pocos entienden que la esvástica fue, en realidad, una pulsación del alma de Esav, el hermano gemelo de Jacob.

Porque una parte del pueblo se dedicó a conocer a Adonai; el otro rechazó su herencia y tomó la espada como destino. Estas dos fuerzas siguen mezcladas en la humanidad.

La doctrina del nacionalsocialismo fue un reflejo de esa pulsación. Que nace en el alma del autor, concretamente en la carta natal de Adolf Hitler. La cual, con el Sol en Aries en la casa siete explica su desvío, en lugar de vivir “yo frente a Hashem”, él vivió “yo frente al otro”. Siempre comparándose, siempre en el espejo del otro, nunca en relación con El Creador.

Por eso, él y otros muchos buscaron la espiritualidad en el paganismo, sea greco-romano-odinista. La doctrina judeocristiana nunca le fue explicada de verdad, aunque incluso en su reforma para el cristianismo este lo llamaron “cristianismo positivo”, se vislumbra una intención de orden espiritual. Pero la bendición del cuerpo y de la estética Aria, fue usada en contra del prójimo, porque le condujo a la soberbia. Esa misma arrogancia destruyó el Primer y el Segundo Templo. Y Alemania, con o sin judíos, repitió el ritual contado en el Tanaj: la misma acción, el mismo error, el mismo resultado.

Hitler amaba a los arios, pero no tuvo hijos. Paradójico pero responde bien el porqué mandó a millones a morir en la estepa rusa. El karma individual lo pago el prójimo, porque ningún padre quiere ver a su hijo en el frente y ni digamos en la era de los drones! La ironía es clara: tanto orgullo racial, pero ningún heredero en su propia casa, luego en la tuya tampoco.

Ahora pongamos más teóricos, su tesis racista al igual que la forma de su alma funciona en comparación: noble/no noble, ario/no ario, judío/no judío. Es un camino torcido, porque no mide en relación con Dios, sino en relación con el otro. Y en esa comparación, uno cae en soberbia o en auto-odio.

Del mismo modo que hoy, lo vemos con claridad: ayer los arios se creyeron superiores por su belleza; hoy los europeos progresistas se creen superiores porque se odian más que nadie, diciendo “yo no soy racista como tú”. La lógica es la misma.

Así como entonces la Torá casi nunca describe lo físico, salvo en Esav, que era pelirrojo. El mensaje es claro: lo exterior refleja lo interior, pero no lo determina porque puede estar eclipsado temporalmente, qlifot. Cuando uno se compara, se pierde el punto esencial: la relación entre alma y Creador.

De la misma forma, el cristianismo nació como un movimiento para atraer a los judíos de vuelta al judaísmo, esa fue la verdadera intención de Jesús. Pero con el tiempo, muchos cristianos, cuyas almas tienen raíz en Esav desarrollaron un odio particular hacia Jacob. No es política, es una genealogía espiritual que se reencarna una y otra vez. Por eso Mein Kampf no fue solo un programa político: fue la acusación de un hermano que no aceptaba su lugar en la rueda.

El error ario fue concebir el mundo como pirámide: unos arriba, otros abajo. Pero la creación es un círculo: donde cada pueblo tiene un lugar en la rueda zodiacal. Israel está llamado a ser cabeza espiritual, no ser pies ni genitales de las otras naciones. Y si, el judaísmo puede integrar a otros bajo mínimos morales, pero sin forzarles a niveles superiores: basta con no asesinar, no robar, no fornicar como bestias...

Así también hoy, la clave está en la Torah: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo.” Quien se conoce, puede amar. Quién sabe quién es, puede dar lo que tiene dentro. Hillel 100%. Un ejemplo concreto incuestionable, se nota: en la comida hecha con amor por la abuela, en el trabajo bien realizado por un artesano, en toda acción con kavaná/intención.

Pero lo que reina hoy son las redes antisociales, que nos comparan y nos venden un mundo ficticio. Es la misma dinámica de la esvástica, pero en pantallas y likes, tú y el otro vs tu y Adonai!

Por eso la esvástica no acabó en 1945. No fue la derrota del Tercer Reich: fue la derrota de todo Occidente. El Holocausto no fue solo alemán: fue europeo, y al final occidental como vivimos hoy. El asesinato de los judíos convirtió a Europa en un Tótem doctrinal, el Holocausto como un altar vacío marcado por el crimen máximo: el hermano que mata al hermano.

Poco importa si Occidente, es incapaz de perdonarse, este busca en lo exótico y en el olvido lo que no encuentra en casa. La misma soberbia y el mismo odio destruyeron el Primer y Segundo Templo, hoy destruyen también las democracias modernas, sistemas que devoran a sus propios pueblos con impuestos, élites y promesas huecas.

Europa expulsó a sus mejores hijos, pero Europa nunca fue nuestro hogar, fue nuestro exilio dorado. Ya que Nuestro hogar se llama Israel.

Por eso el bautismo de Odio que vivimos los Israelitas es lo que nos invita a volver a casa, pero para ello has de dejar esa cruz torcida, la esvástica...  

Porque, Israel volverá a su centro, o el mundo entero se perderá junto a este pueblo elegido...


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