1/11/25

Torah frente al Egipto Eterno, una Ruptura total

 


Y he aquí, un hombre de los hijos de Israel vino y trajo a una madianita delante de sus hermanos, a la vista de Moshé y de toda la congregación de los hijos de Israel, mientras ellos lloraban a la entrada del Tabernáculo de reunión.
Y lo vio Pinjás Ben Elazar, hijo de Aharón el sacerdote, y se levantó de en medio de la congregación, y tomó una lanza en su mano.
Y fue tras el hombre de Israel hasta la tienda y los atravesó a ambos, al hombre de Israel y a la mujer, por su vientre. Y cesó la plaga de sobre los hijos de Israel. 
                                        (Bamidbar / Números 25:6-8)

El Egipto contemporáneo frente a la Torah Eterna


En el Egipto antiguo, el látigo y la espada no eran sólo el último paso de la opresión total, si no el poder del verbo era la auténtica arma nuclear Totalitaria. Porque mediante su Verbo este era capaz de llenar su Reino de extranjeros que no dudaban en trabajar duramente por unas migajas, luego los talleres y fábricas se abarrotaban, los campos se llenaban de manos ajenas y los salarios se hundían.

El Patriarca Israelita que antes alimentaba a su familia debía ahora venderse por menos, o marcharse lejos. Es una política calculada: romper el sustento, empobrecer la raíz y forzar la emigración. No se trataba de “convivencia”, sino de sustitución, el gran reemplazo. El Faraón ya no quería simplemente más trabajadores: quería menos israelitas conflictivos.

Por eso el relato de la Torah está más presente en nuestra vida de lo que parece, pese a que gracias a mi hijos Iosef ben Israel, fue vendido como esclavo por sus propios hermanos Judíos. Este desde la prisión de su exilio, Hashem lo elevó hasta el trono de Egipto, poniéndolo como segundo del Faraón. Yosef, con sabiduría que recibió de lo Alto, salvó a Egipto del hambre. Abrió graneros, administró trigo, y bajo su mando la nación prosperó.

Luego Iosef al lograr gran prosperidad en la tierra de Exilio, véase hoy: Europa, EEUU, Argentina, Rusia, Sudáfrica... Poco importa, el Egipto donde vaya el hijo predilecto de Israel, el proceso siempre es el mismo, allí a donde vayamos.

Porque la prosperidad aparente tiene un precio espiritual que se cobra con intereses. Ya que durante los años de abundancia, el pueblo se acostumbra a depender del Estado. Por eso cuando viene la sequía, los egipcios e Israelitas venden primero su plata, su ganado, sus tierras y finalmente sus cuerpos convirtiéndose en siervos del Faraón. El sistema de impuestos nació así: con la promesa de seguridad a cambio de libertad. (La ilusión de Saturno caníbal vs la confianza en Júpiter)

Pero la ruptura que siempre ocurre en este Egipto contemporáneo, es cuando, la familia de Yosef, entra como invitados, bien tratados al principio , viviendo en el Goshen seguro. Pero con el tiempo, un nuevo Faraón “que no conoció a Yosef” subió al trono. Ya no veía a Israel como salvador, sino como amenaza que debería ser expropiada, su riqueza es un problema para el reparto igualitario entre los súbditos...

Entonces se aplicó la vieja fórmula:

  1. Mano de obra forzada  Hacer que trabajen para el Estado en las obras más duras.

  2. Presión demográfica  Intentar reducir a los varones para romper la fuerza del pueblo.

  3. Sustitución progresiva  Llenar las ciudades con otros pueblos, mezclando, diluyendo, borrando.


Lo que comenzó con gratitud terminó en opresión. Lo que empezó como refugio terminó como trampa que hoy vivimos. Ya que la estrategia es la misma de siempre. El Estado usa la economía para comprar lealtades y dependencia, importa mano de obra extranjera para abaratar salarios, y forzar a su propio pueblo a endeudarse, emigrar o someterse. Igual que en Egipto, el objetivo no es la prosperidad común, sino el control total.

Muchos preguntaran: ¿Por qué ahora? ¿Por qué este ciclo es diferente de todos los demás?. La respuesta está escrita en el cielo: estamos en la última rotación antes del 6000. Saturno exige el pago de cada deuda; Júpiter ofrece la última apertura del mar. No es política, es profecía astral. El mismo patrón que vio Pinjás en Shitim y que vivió Yosef en Egipto, pero en su última repetición, ya que no queda lugar otro lugar para huir.

La Torá nos enseña que la salida de este ciclo no viene con reformas ni pactos. Viene con una intervención directa de Hashem mediante el texto de la Torah, que relata las plagas que quebraron el orgullo del Faraón y con una ruptura radical del país: que fuerza a los Israelitas a salir de noche, sin mirar atrás, con la sangre del cordero en los dinteles. El mar de la consciencia de Tikun se les abrió para quienes obedecieron y caminaron hacia afuera. Para los que se quedaron, no hubo milagro solo olvido. Por ello he invertido el relato, para cambiar la perspectiva y hacerte despertar, porque:

Egipto no es solo un lugar: es el sistema. Entonces:

                                                     ¿Seguirás sirviendo al Faraón o cruzarás el mar?



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